Un número creciente de mujeres estadounidenses se someten a cirugía
plástica para mejorar sus traseros. Y las que no pueden pagar los miles de
dólares que cuesta hacerlo en una clínica certificada acuden a soluciones mucho
más peligrosas.
En su
casa en un suburbio de Miami muestra fotos de su cuerpo lleno de cicatrices,
moretones y piel en proceso de descomposición.
"No
lo necesitaba, estaba muy bien como estaba", afirma. "Llevaba una forma
de vida que me hacía creer que si tenía unas nalgas más grandes haría más
dinero".
El
dolor que sufre es tan severo que no puede sentarse durante mucho tiempo.
Johnson cuenta con su hija pequeña, de nueve años, que la ayuda con las cosas
más básicas.
Problemas que tardan en aparecer
Todo
empezó cuando trabajaba como bailarina exótica: conoció a una persona que
aseguraba ser médico y que le ofreció realizarle una operación en las nalgas
por una fracción de lo que le costaría en una clínica normal.
No parecía
nada extraordinario. Otras de sus amigas ya lo habían hecho y muchas mujeres en
Miami quieren un trasero grande para parecerse a las mujeres de videos
musicales, asegura Johnson.
Cuenta
que un hombre que se llamaba O’Neal Morris fue a su casa con una bata de doctor
–con pinta de profesional- y le inyectó una sustancia usando una jeringa
descartable.
Al
principio los resultados fueron satisfactorios: un trasero más firme y redondo,
lo que la acercaba al prototipo de cuerpo con forma de "botella de
Coca-Cola" que ella quería.
Después
de someterse al tratamiento dos veces más, comenzaron los problemas.
"Empecé
a ponerme muy enferma. Me di cuenta de que el material se estaba empezando a
desintegrar y mi trasero empezó a arrugarse".
"Me
mareaba y me sentía cansada".
En una
ocasión incluso fue trasladada de urgencia al hospital después de dejar de
respirar.
A la cárcel por no tener licencia
Morris,
la persona que le había administrado las inyecciones, recibió una pena de un
año de cárcel por practicar medicina sin licencia.
·
2.438 personas se sometieron a un
alzado de nalgas en 2013 en EE.UU., un incremento de un 80% respecto a 2000.
·
7.281 recibieron un alzado de la
parte baja del cuerpo, que incluye un arreglo de nalgas, muslos, caderas y
abdomen. Esto supone un incremento del 3,417% desde 2000 y el mayor registrado
por la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos.
·
942 personas se sometieron a
implantes de nalgas, comparado con 858 en 2012.
Las
mujeres que salieron a la luz durante el juicio aseguraron que Morris no es un
doctor cualificado y que les había inyectado cemento, pegamento y sellador para
neumáticos.
El FBI
dijo que el número de personas que se hacen pasar por doctores para llevar a
cabo este tipo de tratamientos se está incrementando, especialmente en Nueva
York, California, Florida y Texas.
En su
clínica de un suburbio de Miami, el doctor Alberto Gallerani enseña muestras de
sustancias que ha sacado de las nalgas de pacientes, incluido aceite de oliva y
pegamento.
Cirujano
plástico certificado, Gallerani lleva tratando a Johnson y otras como ella que
acudieron a él tras haber sufrido procedimientos dudosos.
Muestra
fotos de lo que puede ir mal: son demasiado horribles para ser publicadas aquí
pero en muchos casos la piel cambió de color y está severamente dañada. Otras
fotos muestran cómo el cuerpo ha sido desfigurado.
Gallerani
afirma que en muchos casos los síntomas tardan años en aparecer.
"De
lo que mucha gente que se somete a este tipo de tratamientos no es consciente
es de que realmente se están metiendo una bomba de tiempo en el cuerpo",
dice.
Asegura
además recibir 100 llamadas semanales de gente pidiendo ayuda.
Las
nalgas son cada vez más el objetivo de las cirugías plásticas. En 2013 el
número de procedimientos con respecto al año anterior se duplicó, de acuerdo a
la Asociación Americana de Cirujanos Plásticos.
Como
cuesta miles de dólares, muchas optan por métodos que no están regulados.
También en América Latin a
En
América Latina, un lugar con países que ocupan los primeros puestos en el
número de mujeres que se someten a cirugía plástica, también existe este
problema.
Según
la Sociedad Venezolana de Cirugía Plástica Reconstructiva Estética y
Maxilofacial (SVCPREM), hasta un 30% de las mujeres entre los 18 y 50 años
eligen inyecciones de silicona en las nalgas, a pesar de que en 2012 el
gobierno las prohibió.
Si bien
no hay cifras exactas, la SVCPREM estima que al menos una decena de mujeres
muere cada año como consecuencia de estos procedimientos.
Según
afirma Irene Caselli, corresponsal de la BBC en Caracas, lo más atractivo de
esta técnica para las venezolanas es también su precio. Una inyección puede
costar 2.000 bolívares fuertes (US$318) y toda la intervención no dura más de
20 minutos.
Los
expertos aseguran que en un país que se considera una "fábrica de reinas
de belleza" la presión por verse perfecta es muy grande.
Si bien
el gobierno venezolano prohibió las inyecciones de silicona alegando peligros
para la salud, las compañías de seguros no cubren los gastos para tratar los
problemas causados, debido a que no reconocen como enfermedad los efectos
secundarios de ese procedimiento, que al aprecer afecta a cada vez más mujeres
en todo el continente.BBC
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