Un número creciente de mujeres estadounidenses se someten a cirugía
plástica para mejorar sus traseros. Y las que no pueden pagar los miles de
dólares que cuesta hacerlo en una clínica certificada acuden a soluciones mucho
más peligrosas.
En su
casa en un suburbio de Miami muestra fotos de su cuerpo lleno de cicatrices,
moretones y piel en proceso de descomposición.